La sensación de tranquilidad que tienen las personas de la ciudad que deciden pasar algún tiempo en zonas más rurales o remotas del país, no es aleatoria o un mero placebo. Está fundamentada científicamente por estudios que nos hablan de la relación entre urbanización y salud mental.
Las investigaciones muestran que vivir en una ciudad se asocia con una mayor actividad de la amígdala, que es una parte importante de la respuesta al estrés y la ansiedad.
En efecto, las tasas de muchos problemas de salud mental son más altas en las ciudades que en las zonas rurales: aproximadamente un 40% más de riesgo de depresión, un 20% más de riesgo de ansiedad y el doble de riesgo de esquizofrenia.
No es que la ciudad en sí cause indefectiblemente estos efectos, sino que ciertos factores y características de las zonas urbanas afectan en mayor o menor medida nuestra salud mental. ¿Cuáles son?
Salud mental y zonas verdes
Las condiciones en los entornos urbanos -como la falta de luz natural o la poca exposición a la naturaleza- pueden afectar el estado de ánimo y las emociones.
Los beneficios de incorporar zonas verdes a los entornos urbanos han quedado demostrados muchas veces. Algunos ejemplos:
- La posibilidad de desarrollar actividad física en áreas verdes estimula esta clase de pasatiempos más que los lugares cerrados.
- Estar expuesto o expuesta a elementos naturales como el cielo, los árboles, el agua, la luz natural o el viento reduce la sensación de estrés.
- Ver el cielo o pasear entre árboles basta para disminuir la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
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Ciertos diseños y arquitecturas estresan a las personas
Si al mirar a nuestro alrededor vemos un exceso de patrones geométricos y repetitivos -como los de los rascacielos para oficinas-, eso nos puede generar estrés visual.
Una situación que podría causarnos este malestar en un entorno urbano es que fuera visible una gran cantidad de esquinas o vértices desde donde nos encontramos.
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Esto significa que, para nuestro cerebro, hay demasiadas esquinas o puntos de interés observables, lo que hace que procesar la información visual requiera mucho esfuerzo y, por lo tanto, sea más estresante.