Las creó durante la pandemia del Covid-19 y alcanzó un éxito rotundo.
El mundo del arte es muy amplio. Hay quienes se dedican a crear piezas pequeñas, están aquellos talentos que hacen murales gigantescos y también hay artistas que venden esculturas invisibles.
Así es. Ni el autor, ni los espectadores de la muestra, ni el comprador de esta obra de arte pueden visualizar los trabajos más revolucionarios del italiano Salvatore Garau, que se inspiró durante la pandemia del Covid-19.
Sin embargo, cada una de las seis esculturas invisibles que creó e instaló en diversos lugares del mundo, son muy costosas. La más cara se vendió por 27.000 euros.
El artista italiano Salvatore Garau, que tiene más de 40 años de trayectoria, sorprendió al mundo con su primera escultura invisible que llamó “Yo soy” y que vendió por 18.000 dólares.
Según sus declaraciones iniciales, Garau creó estas piezas de arte con el objetivo de trabajar con “el aire y el espíritu” y evocar “el miedo que nos invade al pensar en nuestro futuro”.
Como era de esperar, el italiano recibió duras críticas. Sin embargo, se mantuvo sereno ante las opiniones de miles de personas, dado que considera que “no todo lo que existe debe ocupar un espacio”.
En fin. Aunque hay una enorme cantidad de personas que no comparten su proyecto, también hay quienes logran contemplar los valores mencionados en cada obra y están dispuestos a intercambiarla por una enorme cantidad de dinero.
Cada escultura invisible de Salvatore Garau se comercializa en subastas. Durante las primeras, la base de la puja se estableció en 12.000 euros. Pero, gracias al interés del público, en el pasado vendió trabajos por más de 21.000 euros y alcanzó su récord con la obra llamada “Delante de Ti”, que se vendió por 27.000 euros.
Tras conocer los detalles de sus esculturas invisibles, muchas personas se han preguntado cómo es posible identificar el trabajo en el espacio, dado que es imperceptible.
En primer lugar, la obra de arte está delimitada por cintas u objetos blancos, que se colocan sobre una superficie determinada. Lo que hay en su interior, corresponde a la pieza valiosa.
Pero, en conclusión, lo único que comprueba la autenticidad de la escultura invisible es su certificado, que indica que este trabajo se debe colocar en un espacio tangible de aproximadamente 200 centímetros de ancho y 200 centímetros de largo.
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