La nieta de Sarmiento, Eugenia Belín (1860-1952), era pintora. Era hija de Faustina Sarmiento y Jules Belín, y ha sido siempre catalogada como la nieta del gran prócer. Sin embargo, esta caracterización ha invisibilizado la complejidad de su trayectoria artística. Georgina Gluzman, investigadora del Conicet, ha estudiado a esta artista, y su investigación nos ha permitido conocer más profundamente los aportes de Eugenia. El trabajo de Georgina está plasmado en su libro "Trazos invisibles. Mujeres artistas en Buenos Aires (1890-1923)", publicado en Buenos Aires en 2016 por Editorial Biblos.
A diferencia de otras artistas de su generación, como Julia Wernicke o María Obligado, Eugenia Belín Sarmiento tuvo su formación inicial con Procesa Sarmiento de Lenoir (1818-1899), hermana de Domingo Faustino. Fue ella quien le brindó los primeros conocimientos cuando Eugenia vivía todavía en San Juan.
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La faceta artística de la nieta de Sarmiento
En 1880 Eugenia Belín Sarmiento se trasladó a Buenos Aires, donde continuó sus estudios bajo la guía de José Agujari, quien también fue el primer profesor de la artista María Obligado. La carrera profesional de la sanjuanina comenzó pronto: su abuelo la introdujo en un amplio círculo social que supo apreciar sus intereses. La correspondencia de Sarmiento es muy rica en testimonios sobre la inserción en el mercado de la joven artista. En 1883, por ejemplo, el prócer señalaba: “Eugenia hace progresos admirables, gana en la opinión y puede ser que adquiera fama y dinero con su pincel. Ya tiene en promesa siete retratos”. Al año siguiente comentaba: “Aquí Eugenia llama cada día más la atención por sus retratos. El que está haciendo del Dr. Gil es asombrosamente parecido. Todos le aseguran una carrera espléndida”.
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Eugenia Belín Sarmiento retrató a su abuelo
A pesar de tener una prominente carrera como artista, el perfil profesional de Eugenia Belín Sarmiento cayó en el olvido. Su producción más conocida en la actualidad se vincula a los retratos que hizo de su abuelo. Ese conjunto de óleos se convirtió en la imagen “auténtica” de Sarmiento y pobló los libros escolares. Sin embargo, pocos conocen que la artista que les dio forma fue su nieta.
Las cualidades distintivas de los retratos que hizo Eugenia Belín de su abuelo son la caracterización cuidadosa de Sarmiento y la predominancia del claroscuro. Quizás el más famoso de los retratos de Belín es el que muestra a Domingo Faustino en el momento de incorporarse de un sillón: inmortaliza el instante en el que el político arroja la pluma para involucrarse de lleno en la acción. La biblioteca y el escritorio testimonian su formación intelectual, en tanto que el bronce del soldado de Maratón simboliza el sacrificio por la nación. Existían dos versiones de esta pieza: una en el Museo Histórico Sarmiento y otra en el Senado de La Plata.
Eugenia Belín Sarmiento recibió menciones por sus obras de arte
Durante la década de 1890 Eugenia Belín Sarmiento expuso sus obras con regularidad en el Salón del Ateneo. Los paisajes y retratos que exhibió en ese espacio, que compartió con Wernicke y Obligado, la hicieron merecedora de distinciones en 1894 (Mención honrosa, primera clase), 1895 (Mención honrosa, primera clase) y 1898 (Mención honorable). Ya desde esas tempranas apariciones públicas, la artista fue nítidamente separada de las “aficionadas” que según los cronistas de la prensa poblaban los salones del Ateneo. Hoy en día el Museo Histórico Sarmiento, el Museo Marc de Rosario y el Museo Casa Natal de Sarmiento poseen obras suyas, valoradas casi siempre como “documentos fieles” de la imagen del prócer.