Los votos en contra de la continuidad del virrey fueron 162, y 64 a favor. La moción más votada fue la de Cornelio Saavedra, quien propuso dejar el mando en el Cabildo, aun sabiendo que estaba dominado por los partidarios del virrey. Los criollos demostraron no estar totalmente unidos a la hora de votar. Coincidían en lo básico -que se fuera el virrey-, pero no en quién debía remplazarlo. El síndico del Cabildo, el criollo Julián de Leiva, puso en marcha su plan para defender a Cisneros. Cumplió con la votación, es decir, aprobó la destitución del virrey y la formación de una junta. Pero puso al ex virrey al frente de esa junta. ¡Vaya con la jugada! Los jefes militares –Saavedra y Rodríguez– fueron notificados de la aceptación de la renuncia de Cisneros, así como de la idea de mantenerlo como jefe de la Junta. En un primer momento no supieron cómo reaccionar. La maniobra de Leiva los había sorprendido.
La tenía clara
Mariano Moreno, pese a que no intervino en el debate del Cabildo del 22, estuvo presente en la reunión. Luego de la votación, y pese a que había ganado la postura a favor de la destitución del virrey, puso en dudas el triunfo. “Algo van a hacer para burlarse de nosotros”, dijo. Y tuvo razón.