Domingo Faustino Sarmiento es uno de los próceres más importantes de la historia argentina. Fue maestro, escritor, periodista, político y presidente, pero sobre todo dedicó su vida a algo que lo apasionaba: la educación. Gracias a su trabajo incansable, hoy se lo recuerda como el “Padre del Aula”.
Sus primeros años en San Juan
Sarmiento nació el 15 de febrero de 1811 en la ciudad de San Juan, en una familia muy humilde. Desde chico mostró un gran interés por aprender a leer y escribir, y gracias a la ayuda de su tío pudo asistir a la escuela. A pesar de que no tenían muchos recursos, en su casa siempre se valoró el estudio.
Ya de niño se destacó por su curiosidad y por sus ganas de enseñar. Con apenas quince años comenzó a dar clases, convirtiéndose en maestro de otros chicos. Así empezó una vida dedicada al conocimiento.
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La infancia de Domingo Faustino Sarmiento
Un joven curioso y viajero
Además de enseñar, a Sarmiento le gustaba mucho leer. Soñaba con recorrer el mundo y conocer nuevas ideas. Por eso, siendo todavía joven, y a causa de algunos conflictos políticos, viajó a Chile, donde estudió y también trabajó como docente. En ese país empezó a escribir libros y artículos sobre educación y sobre la realidad social de América.
Esos viajes lo marcaron para siempre, porque le permitieron conocer cómo funcionaban las escuelas en otros lugares y pensar cómo podían mejorar las de Argentina.
Sarmiento: el maestro que se convirtió en presidente
Con el paso de los años, Sarmiento se transformó en una figura muy influyente. Escribió libros como Facundo, donde reflexionaba sobre el país y su futuro, y defendió la idea de que la educación era la base para el progreso.
En 1868 fue elegido presidente de la Nación. Durante su gobierno impulsó la creación de muchas escuelas, fomentó la llegada de maestras de Estados Unidos y apoyó proyectos de ciencia y tecnología. Creía firmemente que un país solo podía crecer si todos sus habitantes tenían acceso al estudio.
La pasión de Sarmiento por la educación
Más allá de su rol como presidente, Sarmiento siempre se consideró, antes que nada, maestro. Pensaba que la educación debía ser pública, gratuita y para todos, sin importar el origen ni la situación económica.
Gracias a su esfuerzo, durante su vida se abrieron cientos de escuelas en Argentina. También fundó bibliotecas, apoyó la formación de docentes y promovió la lectura como herramienta para transformar la sociedad.
Los últimos años de su vida
Después de terminar su mandato presidencial, Sarmiento continuó trabajando en proyectos educativos y escribiendo. En sus últimos años se mudó a Asunción, Paraguay, donde falleció el 11 de septiembre de 1888.
Ese día se transformó en una fecha muy especial: cada 11 de septiembre se celebra en Argentina el Día del Maestro, en homenaje a quien dedicó toda su vida a la enseñanza.
¿Por qué se lo recuerda tanto?
Domingo Faustino Sarmiento no fue solo un presidente. Fue un hombre que creyó profundamente en la educación como motor de cambio. Por eso se lo llama el “Padre del Aula” y sigue siendo una figura clave de la historia argentina.
Su vida es un ejemplo de esfuerzo, de curiosidad y de compromiso con los demás. Con su trabajo, demostró que enseñar es una de las tareas más importantes que existen.
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