En 1841, Mariano Miró, un importante comerciante de la época, adquirió un terreno que estaba emplazado sobre las calles que hoy conocemos como Viamonte, Libertad, Córdoba y Talcahuano en el barrio porteño de San Nicolás.
En el lugar, los arquitectos Nicola y Giuseppe Canale le construyeron un palacio que terminaron de edificar en 1868. Contaba con dos plantas y tenía un mirador desde el que podía observarse gran parte de la ciudad.
Allí se mudó con su esposa Felisa, con quien armaron un gran parque alrededor de la mansión. Mariano falleció en 1872 y ella se hizo cargo del lugar. Todo marchaba bien hasta que en 1887 se inauguró una estatua de Juan Galo de Lavalle en la misma manzana. La viuda de Miró era sobrina de Manuel Dorrego, a quién el General había mandado a fusilar en 1828.
Era tal el malestar que esta escultura le provocaba a Felisa que mandó a cerrar todas las persianas de la casa que miraban para ese sector. Sin embargo, al poco tiempo volvió a vivir un hecho desagradable. En 1890, el Palacio Miró quedó en medio del enfrentamiento conocido como la Revolución del Parque y sufrió severos daños arquitectónicos.
Seis años más tarde, ella también falleció. En 1910, el Palacio fue restaurado para los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo. Ya en 1937, fue demolido para ampliar la Plaza Lavalle. Muchos de los árboles que están actualmente en el lugar, datan de aquella época en la que Mariano y Felisa vivían.