Según el Museo Virtual del Transporte Argentino, los boletos de subte surgieron en 1913 con la aparición de la Compañía Anglo-Argentina, hoy conocida como línea A. Esta empresa contaba con máquinas eléctricas que imprimían el comprobante en el momento de su compra.
Este sistema sobrevivió hasta 1946, cuando se dispusieron los molinetes. Para subir al subte, había que traspasarlos colocando una moneda de 10 centavos. Para entonces, los boletos solo se usaban para realizar combinaciones que, en ese momento, no eran gratuitas. A diferencia de los primeros, estos eran de cartón.
Ya para 1962, los aumentos en las tarifas obligaron a las autoridades a cambiar el funcionamiento de los molinetes para que acepten monedas de otras denominaciones. Para evitar conflictos, se dispuso que a partir de ese momento, se debían ingresar fichas.
En el 2000, la línea E comenzó a utilizar el SubtePass, una tarjeta de cartón que se compraba en las cercanías a la estación. Finalmente, en el 2009 se sumó la implementación de la Sube, una tarjeta magnética que también sirve para pagar el boleto de otros medios de transporte.