El origen de las expresiones “Buen humor” y “Mal humor” se remonta a la Edad Media. En esa época histórica quedó establecido, como si se tratara de una certeza, que el cuerpo humano contenía cuatro líquidos diferentes. Estos eran bilis amarilla (también llamada cólera), bilis negra, sangre y flema.
¿Cómo surgieron las locuciones “Buen humor” y “Mal humor”?
Tal como lo indica el periodista argentino Daniel Balmaceda en “Historias de letras, palabras y frases” (2014), el análisis de esos cuatro componentes iba todavía más lejos: se consideraba que la proporción de líquidos definía el carácter.
Un exceso de bilis amarilla significaba “mal genio”. Una mayor cantidad de bilis negra provocaba melancolía. Quien tenía mucha flema era flemático (es decir, sereno, imperturbable o, también, perezoso), mientras que los que poseían más sangre eran los apasionados. El nombre genérico de los cuatro líquidos corporales fue “humor” y gracias a aquella interpretación de los líquidos en la Edad Media, hoy se habla con estas locuciones.
Significado actual de las frases
La lengua es un sistema convencional de signos utilizado por las sociedades para establecer una comunicación y, como tal, se encuentra en constante cambio. En este sentido, las frases más conocidas popularmente tuvieron su origen mucho tiempo atrás, en contextos muy diferentes a los de hoy en día.
En estos tiempos, estas expresiones se utilizan sin pensar en el contexto que les dio origen. Por extensión, el “buen humor” alude a un estado de alegría o buena disposición y el “mal humor” hace referencia a un estado de enojo o irritación.