Cada vez que vamos al almacén, la verdulería, o la carnicería a comprar huevos, sabemos que vamos a encontrarlos en sus tres formatos principales: en media docena, en una docena o en un maple, también conocido como huevera.
Y aunque estemos acostumbrados a pedirlos de tal manera, lo cierto es que no mucha gente sabe por qué suelen transportarse y venderse en esas cantidades. De pedir tan solo cinco u ocho huevos, probablemente nos digan que hay que comprar de más (seis o doce).
¿Por qué se venden de a media o una docena? ¿Es la costumbre, la historia o hay un motivo práctico detrás? Quien conoce del tema, dirá que todas juntas.
Los motivos prácticos
El primer motivo que se escucha cuando alguien pregunta por qué los huevos se venden por docenas, es su practicidad. Lo cierto es que, a diferencia del número 10, el 12 puede dividirse por más números: 2, 3, 4 y 6.
Al ser números pares la mayoría, se facilita su almacenamiento y transporte ya que no quedan espacios entre ellos. No es lo mismo envolver seis huevos que cinco, ya que el espacio vacío puede suponer un riesgo para la integridad de toda la media docena.
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La historia de la docena de huevos
A pesar de lo práctico que pueda ser venderlos en docenas, en realidad hay una versión histórica que se ajusta mucho más a ese número preciso.
En Inglaterra, siglos antes de adoptar el euro, 12 peniques eran el equivalente a un chelín. Y, como cada huevo costaba un penique, con un chelín podía comprarse una docena.
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Esa tradición de intercambio monetario aparentemente cruzó con los colonos que llegaron de Europa a Norteamérica, y que conformaron lo que hoy son los Estados Unidos de América, o como se los conoce simplemente, Estados Unidos.
Otras versiones sostienen que la docena se debe a distintas cuestiones, algunas religiosas y otras más históricas y de organización social:
- Los 12 apóstoles en la religión cristiana.
- Las 12 horas del día.
- Los 12 meses del año.
