Paulo Freire fue uno de los grandes educadores, de esos que se recuerdan siempre. Fue profesor, pedagogo, escritor, poeta y filósofo. Es conocido principalmente por su trabajo acerca de la pedagogía del oprimido. Sus principales planteos todavía siguen inspirando a las nuevas generaciones.
Nació el 19 de septiembre de 1921 en el seno de una familia de pocos recursos de Recife, Brasil. En el año 1943 ingresó a la universidad, donde estudió filosofía y psicología del lenguaje. Tres años después fue nombrado director del Departamento de Educación y Cultura del Servicio Social en el Estado de Pernambuco. Allí trabajó con la población que no sabía leer ni escribir e implementó un método no ortodoxo en el marco de la Teología de la Liberación. Precisamente en aquella época, el saber leer y escribir eran requisitos para votar en las elecciones presidenciales de Brasil.
Como director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife, cargo que ocupó desde el año 1961, tuvo la posibilidad de demostrar la potencia de sus ideas cuando consiguió que 300 trabajadores de plantaciones de caña de azúcar aprendan a leer y escribir en tan solo 45 días. En respuesta a estos buenos resultados, el gobierno brasileño aprobó la creación de miles de círculos culturales en todo el país, proyecto que llegó a su fin en 1964 cuando el golpe militar que sobrevino encarceló a Freire por considerarlo “traidor”.
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En 1967, Freire publicó su primer libro, “La educación como práctica de la libertad”, trabajo por el cual le ofrecieron el puesto de profesor visitante en la Universidad de Harvard en 1969. El año anterior había escrito su famoso libro "Pedagogía del oprimido", que fue publicado en inglés y en español en 1970.
La pedagogía crítica
Su pensamiento pedagógico aún se encuentra vigente. La pedagogía crítica es un campo de la docencia y de la investigación que tuvo en Freire a su principal impulsor. Esta corriente parte de la conciencia sobre los problemas sociales que se viven a diario y que afectan a lo que sucede en el espacio de la clase. Es decir, el conocimiento se construye a partir de las realidades que afectan a los dos sujetos que intervienen en el proceso educativo: el maestro y el estudiante.
Así planteado, la pedagogía crítica implica un posicionamiento político donde los sujetos miran la realidad con ojos críticos. Por un lado, el maestro debe ser la figura que lleve a los aprendices a pensarse en la sociedad en la cual están desarrollando su proceso de aprendizaje. Por su parte, el aprendiz debe construir el conocimiento como un acto político, desde la relación con el maestro y los demás aprendices dentro del aula, para pasar de ser seres sociales pasivos a seres sociales activos, críticos y pensantes de la sociedad en la que están sumergidos.
Educación bancaria
En contraposición a estas propuestas aparece, según Freire, la denominada “educación bancaria”, una concepción tradicional de la educación que considera a los estudiantes como “depósitos” en los cuales se deposita el saber transmitido por el maestro. A diferencia de la pedagogía crítica, este tipo de enseñanza no le deja margen de acción a los alumnos y alumnas, que están condenados a archivar esos conocimientos en la memoria. Para Freire entonces, el conocimiento no se transmite sino que se construye y esa construcción es crítica y colectiva.
Pedagogía de la pregunta
La pedagogía de la pregunta es otra de las propuestas planteadas por Freire. Así, el conocimiento podrá construirse a partir de preguntas por las cuales, tanto el maestro como los estudiantes, puedan enriquecerse recíprocamente. Lo fundamental entonces es, más que dar respuestas acabadas, enseñar a plantear preguntas para incentivar la curiosidad y las ganas de explorar.
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Freire se dedicó a los sujetos más vulnerables, a los no letrados. Para él, la educación era un acto comunicativo, un ida y vuelta constante entre educado y educandos, donde el diálogo entre ambas partes resulta clave. Partiendo de la conciencia sobre la realidad que los rodea y de una actitud activa que provoca el cuestionamiento de esa realidad social, la educación implicaría la liberación de los oprimidos porque ese sería el camino para salir de la pasividad y buscar la transformación de esa realidad que los oprime y domina. Así, los educandos, como sujetos responsables del proceso de aprendizaje, se convertirían en agentes del cambio cultural.
En 1997, el 2 de mayo, falleció Paulo Freire a sus 75 años; días antes de su muerte, él mismo aún debatía sobre las nuevas perspectivas de la educación en el mundo.