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Éxodo Jujeño: la genial estrategia militar de Belgrano

Nombrado al frente del ejército del norte, Belgrano llegó a Jujuy y ordenó el retiro masivo de la población. Nada debía quedar en pie cuando aparecieran los realistas.
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La historia del Éxodo jujeño comienza en el segundo aniversario de la Revolución, cuando Belgrano estaba en Jujuy, planeando la partida. A mediados de julio de 1812, el avance realista desde el norte se había vuelto incontenible. Belgrano le pidió refuerzos al Triunvirato, pero estos no solo no fueron enviados, sino que el ministro Rivadavia le ordenó replegarse a Córdoba.

Éxodo Jujeño: la táctica de la "tierra arrasada"

Belgrano sabía que los españoles podían evitar pasar por territorio cordobés, y avanzar directamente sobre Buenos Aires. Así que desobedeció las órdenes y optó por movilizar a los habitantes de San Salvador de Jujuy hacia Tucumán, arrasando todo a su paso para que el enemigo no pudiera abastecerse. A esta táctica se la llama de “tierra quemada” o "tierra arrasada".

1500 personas recorrieron a pié 360 kilómetros

El llamado “éxodo jujeño” comenzó los primeros días de agosto de 1812. Poco después, el 23, el Ejército inició también su retirada. Todo lo que no podía ser transportado, fue quemado, y unas 1500 personas recorrieron a pie, en medio del frío y la ventisca, los 360 kilómetros que los separaban de Tucumán.

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El polvoriento camino que va de San Salvador de Jujuy a Tucumán se cubrió con una fila interminable de carretas cargadas con muebles y ropa. A su lado marchaban a pie miles de hombres, mujeres y niños junto a sus mulas. Detrás, una partida de soldados los protegía.

Éxodo Jujeño: una prueba de fuego

Fue un sacrificio enorme, una prueba de fuego. El enemigo estaba a un paso, en el norte. No había manera de hacerle frente con una tropa desmoralizada y pocas armas. Por eso Belgrano tomó esa medida severísima; para encontrar un punto de apoyo y allí sí, hacerles frente a los realistas.

Nada debía servir al enemigo a su entrada en la ciudad. No podía encontrar casa, alimentos, animales, objetos de hierro... ni gente, por supuesto. No todos se fueron, sin embargo. Algunos se quedaron escondidos en sus casas, a la espera de los realistas.

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El Triunvirato le había ordenado a Belgrano retroceder con el Ejército hasta Córdoba, pero el general no le hizo caso y se detuvo en Tucumán.

En su retirada hacia Tucumán, la retaguardia del Ejército patriota se enfrentó con los virreinales a la altura del río de Las Piedras. Fue septiembre de 1812, levantó el ánimo de los soldados. ¡Vamos, todavía!

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