Argentina es un país repleto de talento, en especial si de inventos se trata. Muchas de estas creaciones han facilitado la vida de millones de personas alrededor del mundo, como por ejemplo el semáforo para no videntes que desarrolló Mario Dávila en 1983, que terminó con la dependencia de las personas con dificultades en la vista a la hora de cruzar la calle.

Siguiendo la misma línea, el ingenio argentino también colaboró con la ciencia y la investigación. En 1891, el antropólogo Juan Vucetich creó el sistema de identificación por huellas dactilares, procedimiento que permitió encontrar asesinos y prófugos pero también, llevar un registro íntegro de las personas dentro del país.

Sin embargo, hubo otros que tuvieron como principal objetivo divertir o entretener, como la primera pelota de fútbol sin tientos que crearon Luis Polo, Antonio Tosolini y Juan Valbonesi en Bell Ville, Córdoba. Otro ejemplo es el de los primeros dibujos animados de la historia, también diseñados en suelo argentino durante 1917 por el dibujante Quirino Cristiani.