Ya pasó el 8 de diciembre y muchas familias seguramente han armado el clásico árbol de Navidad, uno de los símbolos más icónicos de esta festividad. Los hogares se llenan de color, luz y magia, esperando la noche del 24 de diciembre para abrir los regalos. Pero ¿de dónde surgió la costumbre del denominado "arbolito de Navidad"?
Más allá del significado religioso de la Navidad para los católicos, lo cierto es que el árbol navideño se ha extendido hacia muchos otros terrenos y es habitual verlo en lugares tan distintos shoppings, hoteles y monumentos. Es que el árbol se convirtió en símbolo de alegría, esperanza, prosperidad y buenos deseos.
El origen del árbol de Navidad se encuentra en las tradiciones paganas que, más tarde, fueron apropiadas y transformadas por el Cristianismo. En sus orígenes, existía una costumbre ancestral por la cual se cortaba un árbol y luego se lo adornaba como símbolo de fertilidad y regeneración.
La primera leyenda
Ante la imposibilidad de erradicar esas costumbres paganas por considerarlas una adoración a los objetos sin valor, el Cristianismo terminó por transformarlas. Según cuenta una leyenda, en el siglo VIII había un roble al cual durante el solsticio de invierno se le ofrecía un sacrificio. Un misionero inglés llamado San Bonifacio taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños y, tras leer el Evangelio, les ofreció un abeto como símbolo de amor a Dios y de la vida eterna porque su copa "señala al cielo".
A partir de entonces se empezaron a talar abetos durante la Navidad. Se cuenta que el teólogo Martin Lutero puso unas velas sobre las ramas de un árbol de Navidad porque centelleaban en la noche invernal.
Segunda leyenda
Otra leyenda, más contemporánea, calcula que el primer árbol de Navidad tal y como lo conocemos nació en Tallín (Estonia) en torno al año 1441. Cuenta que había un árbol en la plaza principal de la localidad. Al parecer, un comerciante soltero comenzó a bailar alrededor del árbol en compañía de varias mujeres y acabaron quemando el árbol. El suceso, lejos de provocar consternación, desató la costumbre de iluminar abetos coincidiendo con la Navidad.
La llegada del árbol de Navidad a distintos países
Con el paso del tiempo se comenzó a decorar los árboles con esferas, guirnaldas de colores y, más tarde, luces. Aparentemente, esta tradición comenzó en Alemania en 1605 con el objetivo de darle calidez al invierno. En Finlandia llegó en 1800, a Inglaterra lo hizo en 1829, y en el Castillo de Windsor se vio por primera vez en 1841, de la mano del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria. A los hogares españoles llegó en 1870.
En España, aparentemente la primera persona que colocó un árbol de Navidad fue Sofía Troubetzkoy, una princesa rusa viuda de un hermanastro de Napoleón, quien se casó en segundas nupcias con José Osorio, un aristócrata, político y militar español en 1869. En la primera Navidad que pasaron juntos, Sofía pidió instalar un abeto decorado.
Por su parte, en México, el árbol llegó durante el Segundo Imperio, cuando el emperador Maximiliano y su esposa Carlota mandaron traer uno desde Europa. Esta costumbre pronto fue replicada por la aristocracia, ya que solían seguir e imitar los hábitos de la pareja real.
En Argentina, hacia 1807 comenzaron a verse los primeros árboles de Navidad, aparentemente por iniciativa de un inmigrante irlandés que introdujo el hábito al decorar un pino de una plaza pública. Había llegado a América Latina proveniente de Estados Unidos y lo decoró de acuerdo a la costumbre arraigada en su país de origen.