"¿Por qué el color de la nieve es blanco?": una de esas preguntas que suelen hacer los chicos y nos dejan sin saber bien cómo responder.
Si nos guiamos por el sentido común no vamos a conseguir ningún tipo de respuesta; la intuición nos va a decir "si la nieve está hecha de agua y el agua es transparente, entonces esta también tendría que serlo". Pero vamos al sur de Argentina o miramos una película estadounidense ambientada en Navidad y vemos que no es así. Nos chocamos contra la pared.
¿Qué hace que sea blanca?
Aunque veamos el Sol amarillo, como solemos apreciarlo en los cuadros y los dibujos que hacíamos de chicos, la luz que emite es blanca. El color amarillo en realidad es causado por la distorsión atmosférica.
Esta iluminación solar es la suma de todos los colores del espectro visible, cuyo resultado es el color blanco. Acá tenemos un primer factor de importancia: la luz. Para poder ver el color de la nieve -y los colores en general-, necesitamos luz.
Un segundo elemento de lo más importante son los copos de nieve, aquella unidad mínima de la que está hecha. Tienen formas muy particulares y, aunque parecidas, jamás se repite la misma morfología en dos copos distintos.
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Cuando los rayos del Sol inciden sobre cada uno de ellos, la luz que pega sobre su pequeña superficie sale reflejada en todas direcciones. ¿Por qué? Por que no se absorbe ninguna parte de la luz, solo rebota.
Entonces, la luz que llega a la nieve sale tan blanca como entró. Por eso los humanos la vemos blanca.
¿Cuándo empieza a caer nieve?
Para que la nieve se forme correctamente, la temperatura de un lugar debe rondar los 0 grados centígrados o menos.
Sin embargo, para que el proceso se lleve a cabo también es necesaria una cierta humedad en el ambiente. De hecho, hay muchos lugares con climas secos y temperaturas extremadamente bajas donde no hay nieve.
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Un ejemplo de ello son los valles secos de la Antártida: ahí, sorprendentemente, las áreas heladas no tienen suficiente humedad para que se forme nieve.
