En el mapa de la provincia de Buenos Aires, el balneario Arenas Verdes aparece como un punto diminuto entre Necochea y Miramar. Sin embargo, este balneario tiene algo que lo distingue de todos los demás: su tranquilidad absoluta. Apenas 20 personas viven de forma permanente en este lugar que combina naturaleza, historia y mar abierto.
Arenas Verdes pertenece al partido de Lobería, y está situado a solo 40 kilómetros de Necochea y a unos 500 kilómetros de Buenos Aires. Sus caminos de tierra, sus bosques de pinos y su costa interminable forman parte del paisaje típico del sudeste bonaerense.
El nombre del balneario hace referencia a la tonalidad amarillenta de sus médanos, cubiertos por una fina vegetación costera que brilla al sol. Y aunque parezca increíble, esta playa fue pensada hace más de 60 años como un futuro centro turístico, aunque su desarrollo nunca llegó a concretarse del todo.
La historia del balneario Arenas Verdes: un sueño que el tiempo convirtió en oasis
La historia del balneario comenzó en 1953, cuando la municipalidad de Lobería adquirió los terrenos con la idea de crear un pueblo balneario. Se trazaron calles, se instalaron algunos servicios básicos y se ofrecieron lotes para su venta. Sin embargo, las dificultades de acceso y la falta de infraestructura hicieron que el crecimiento fuera muy lento.
A lo largo de las décadas, Arenas Verdes fue quedando en silencio, visitada solo por familias locales, pescadores y aventureros. Pero esa misma quietud se transformó en su mayor atractivo: hoy, el lugar es un destino elegido por quienes buscan desconectarse completamente del ritmo urbano.
Sus playas anchas, vírgenes y poco profundas invitan a largas caminatas, pesca de costa y baños de mar en un entorno casi privado. No hay multitudes ni ruidos, solo el sonido del viento y el mar.
Arenas Verdes hoy: turismo natural y desconexión total
Actualmente, Arenas Verdes conserva un encanto agreste y un estilo de vida simple. No hay hoteles grandes ni avenidas comerciales: solo cabañas familiares, campings, y un par de proveedurías que abastecen a los visitantes en temporada alta.
Entre sus principales atractivos turísticos, se destacan:
- Playa Arenas Verdes: con más de 10 kilómetros de extensión, ideal para caminar, andar en bicicleta o disfrutar de la pesca deportiva.
- Bosque costero: un área protegida de pinos, acacias y eucaliptos donde se pueden hacer caminatas y avistar aves.
- Camping municipal: ubicado cerca del mar, rodeado de vegetación y con zonas para acampar en contacto directo con la naturaleza.
- Camino panorámico: une Arenas Verdes con Lobería, y ofrece vistas únicas de campos, médanos y el Atlántico.
Además, el balneario es reconocido por sus atardeceres, cuando el sol se esconde sobre los médanos y tiñe de dorado toda la costa.
Curiosidades de un balneario diferente
Pese a su tamaño, Arenas Verdes es conocido por su espíritu comunitario. En verano, la población se multiplica con la llegada de turistas que valoran el silencio, el contacto con la naturaleza y la falta de masificación.
Algunas curiosidades del lugar:
- Solo hay una escuela rural que funciona durante el año para los pocos niños que viven allí.
- No existen semáforos ni señal de celular en gran parte del área.
- Su playa fue declarada “Área de Interés Ambiental” por la municipalidad de Lobería.
- En invierno, los residentes cuentan que pueden pasar días sin cruzarse con otra persona en toda la costa.
Este equilibrio entre aislamiento y belleza natural convierte a Arenas Verdes en uno de los destinos más singulares de la provincia de Buenos Aires.
¿Cómo llegar al balneario Arenas Verdes?
El acceso principal es por la Ruta Provincial 88, que une Necochea con Miramar. Desde Lobería, se recorren unos 25 kilómetros de camino rural hasta llegar al mar. Aunque el trayecto puede resultar un poco desafiante en días de lluvia, el paisaje y la tranquilidad del lugar hacen que valga la pena el viaje.
Arenas Verdes no es un destino para quienes buscan grandes centros turísticos, sino para aquellos que quieren escuchar el silencio, disfrutar del mar sin multitudes y reconectarse con lo esencial.
