Los Michilingües son una rama de la gran familia de los Diaguitas que habitaban el valle de Concarán y se extendían por el sudoeste hasta el valle longitudinal de Chorrillos y la falda occidental de la sierra puntana, en la actual provincia argentina de San Luis.
¿Cuáles son las características de este pueblo originario?
Los Michilingües se formaron varios siglos atrás, incluso antes de la invasión española de América. Como sucede con muchas culturas originarias, su identidad y población fueron mermadas a lo largo del tiempo por los efectos de la colonización y la expansión del estado argentino. Sin embargo, muchos de sus rasgos perduran y son parte de nuestra identidad en el presente.
La economía de los Michilingües se basaba principalmente en el cultivo del maíz. También cultivaban poroto, zapallo, calabaza y mate. Se han encontrado morteros excavados en el suelo rocoso de lugares como El Volcán, Potrero de los Funes, Agua Linda, y el Barrial, que habrían servido para moler maíz y como depósito de agua.
Sus viviendas eran de quincho en la llanura, es decir, hechas de paja y caña o ramas, tal vez recubiertas con barro para impermeabilizarlas, y de piedra en las regiones montañosas.
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Tejían lana de guanaco, teñían hilos con plantas de la región, conocían la alfarería y fabricaban cántaros y vasos de distintos tamaños y formas. Además, araban la tierra con una herramienta de madera dura llamada llampa.
¿Cómo fue el encuentro entre los Michilingües y los españoles?
Los Michilingües fueron caracterizados como “indígenas” ante su primer contacto con los españoles. Su encuentro fue peculiar: a diferencia de los cruces que caracterizaron a gran parte de la invasión española en América, este no presentó mayores conflictos. Es por ello que los colonizadores pudieron efectuar una alianza con un reconocido cacique llamado Koslay.
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El cacique Koslay fue invitado por los españoles a la fiesta de la fundación, junto a los Michilingües más destacados del grupo. También lo fue su familia, entre la que se encontraba su hija, Arosena, quien más tarde contraería matrimonio con Luis Jofré de Loaiza, el fundador de San Luis. Uno de los términos del casamiento fue que Arosena cambiara su nombre a Juana –triste, sí—; es por eso que San Luis cuenta con una localidad llamada Juana Koslay.
