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Semana de Mayo: cómo fueron los días previos

En 1810, en España no había rey, sino una Junta que gobernaba en su nombre. De ella dependían los virreinatos americanos, y era la que había nombrado a Cisneros al frente del gobierno en el Río de la Plata. Era una situación muy delicada. Cuando llegó a Buenos Aires la noticia de la caída de esa Junta, se empezó a cuestionar la autoridad del virrey. En la semana previa al 25 de mayo la efervescencia política fue en aumento.

Los antecedentes a la Semana de Mayo

Los representantes del rey sufrieron otros cuestionamientos antes del 25 de mayo de 1810, como la asonada de Álzaga, y el cuestionamiento del virreinato como forma de gobierno.

La asonada de Álzaga

Uno de los héroes de la Defensa de Buenos Aires fue el vasco Martín de Álzaga, quien el 1° de enero de 1809 pretendió reemplazar al virrey Liniers por una junta de gobierno.

Álzaga fue apoyado por la mayoría de los batallones de españoles, los miembros del Cabildo, la Audiencia y algunos vecinos ilustres como Juan Larrea y Mariano Moreno.

La oportuna intervención de Cornelio Saavedra, jefe de los Patricios, salvó al gobierno de Liniers. Desde entonces, Saavedra pasó a ser el hombre fuerte de Buenos Aires.

Álzaga y otros sublevados fueron enviados presos, pero en el camino los rescató Francisco de Elío, quien presidía en Montevideo una junta opositora a Liniers.

Semana de Mayo
Asonada de Álzaga

Juntas en el Alto Perú

La caída de Fernando VII en 1808 produjo la creación de tres Juntas en el Virreinato del Río de la Plata antes de 1810. La primera fue la de Montevideo, disuelta a mediados de 1809 luego de la llegada del virrey Cisneros. Las otras dos se formaron en el Alto Perú (hoy Bolivia): una en Chuquisaca, el 25 de mayo de 1809, y la otra en La Paz, el 16 de julio del mismo año. Las tres gobernaron en nombre de Fernando VII, aunque solo las altoperuanas cuestionaron realmente el sistema virreinal. Por eso fueron brutalmente reprimidas por los jefes militares enviados desde Buenos Aires y Lima.

Crisis en España

La guerra que sostenían Francia e Inglaterra, las dos grandes potencias mundiales, a comienzos del siglo XIX, trajo serias consecuencias para España. ¿Por qué? Porque era aliada de Francia y debió tomar parte en el conflicto. En 1807 no tuvo más remedio que permitir el paso del ejército francés rumbo a Portugal, aliado de los ingleses. Esto no le gustó a buena parte del pueblo, porque las tropas eran cada vez más numerosas y parecían un ejército de ocupación. El 17 de marzo de 1808 hubo un motín en Aranjuez. El rey español Carlos IV abdicó en favor de su hijo, Fernando VII. Napoleón aprovechó la debilidad de ambos y los convocó a una reunión en Bayona, Francia. El 2 de mayo el pueblo se sublevó en Madrid.

Encuentro real

En Bayona, Napoleón obligó a abdicar al flamante rey, el joven Fernando VII, en favor de su padre, Carlos IV. Luego hizo renunciar al resto de la familia real a todo derecho sucesorio. Carlos IV abdicó por segunda vez, ahora a favor de Napoleón. Y el emperador le cedió la corona a su hermano abogado, José, un año mayor que él, quien subió al trono de España como José I. El Consejo de Castilla no aceptó lo resuelto en Bayona y continuó reconociendo como rey a Fernando. Mientras la familia real vivía en cómodos castillos en Francia, el pueblo español luchaba por su independencia.

Napoleón y Carlos VI

Noticias de España

En la mañana del 14 de mayo de 1810 llegó al puerto de Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe. Este hecho en sí mismo no aportaba nada nuevo, ya que Cisneros había abierto el comercio con los ingleses. Pero el barco no transportaba solo pasajeros y mercadería, sino una noticia que causó conmoción: la Junta Central de Sevilla se había disuelto y mudado a Cádiz ante el avance de los franceses. La situación en España era muy grave. Entonces, un grupo de criollos le pidió al virrey que confirmase o negase las noticias. Cisneros demoró la respuesta, pero al final, el día 18, mandó a leer por los pregoneros un bando donde las confirmaba, y a la vez pedía calma a la población. A la noche, un grupo de revolucionarios se reunió en la casa de Rodríguez Peña y decidió pedir la convocatoria a un Cabildo Abierto.

El carlotismo

Muchos de los revolucionarios que pedían el cabildo abierto habían apoyado hasta entonces las aspiraciones de la princesa Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII, a reinar en Buenos Aires. A quienes sostenían esa postura se los denominaba “carlotistas”.

Los enviados

El grupo que se había reunido en la casa de Rodríguez Peña era el mismo que lo hacía también en la jabonería de Vieytes. Aquellos revolucionarios no solo decidieron pedir la convocatoria de un Cabildo Abierto, sino que designaron a las personas que debían entrevistarse con el virrey. Ellos fueron el abogado del Consulado, Juan José Castelli, y Martín Rodríguez, capitán de los Húsares del Rey.

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