Origen y significado de la frase "Meterse en camisa de 11 varas" - Billiken
 

Origen y significado de la frase "Meterse en camisa de 11 varas"

Origen de la frase "meterse en camisa de 11 varas"
La curiosa expresión meterse en camisa de 11 varas nació en la Edad Media y está ligada a un antiguo ritual. En esta nota de Billiken te contamos por qué.
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Cuando alguien se complica más de lo necesario, es común escuchar que se "metió en camisa de 11 varas". ¿De dónde viene esta frase? El origen de esta expresión se remonta directamente a la Edad Media y a un insólito ritual de adopción.

Durante aquellos tiempos, la adopción era un evento público cargado de simbolismo. El futuro hijo adoptivo era envuelto en una camisa muy amplia, de unas once varas de longitud, para luego ser entregado en brazos a su nuevo padre o madre. Esta ceremonia representaba, de forma literal, el nacimiento en una nueva familia.

El ritual medieval detrás de la camisa de 11 varas

La frase camisa de 11 varas tiene como raíz un detalle muy concreto: la "vara" era una medida de longitud en la Edad Media, equivalente a unos 83 centímetros actuales. Así, una prenda de 11 varas llegaba a medir alrededor de 9 metros, una longitud totalmente desproporcionada para una persona.

Origen de la frase "meterse en camisa de 11 varas"

Estos son algunos datos curiosos sobre el ritual:

  • La medida exacta: una vara equivalía a 83,5 centímetros.
  • Época: el ritual se realizaba principalmente entre los siglos XIII y XV en Europa.
  • Participantes: era habitual entre familias nobles que deseaban asegurar herederos.

Quien "se metía en esa camisa" asumía un compromiso enorme, cargado de responsabilidades y desafíos. Con el tiempo, la expresión pasó a simbolizar cualquier situación en la que una persona se involucra en algo que no entiende bien o que resulta ser más complicado de lo que esperaba.

¿Por qué se sigue usando esta expresión?

Aunque el ritual medieval cayó en desuso hace siglos, la frase meterse en camisa de 11 varas sobrevivió gracias a su poderosa imagen. Hoy, se usa para describir esos momentos en los que alguien se embarca en un problema innecesariamente grande.

Aunque ya no haya camisas gigantes ni ceremonias públicas, la idea de verse envuelto en algo demasiado grande sigue vigente. La expresión es un recordatorio de que, antes de actuar, siempre conviene medir bien las decisiones.

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