Cuando llega el momento de elegir a un nuevo papa, todo cambia en el Vaticano. La Capilla Sixtina se convierte en un espacio de absoluto silencio, concentración y secreto mientras se realiza el cónclave, uno de los eventos más tradicionales de la Iglesia Católica.
Allí se reúnen los cardenales electores para votar, pero no lo hacen en cualquier condición: deben seguir una serie de reglas estrictas que garantizan el aislamiento, la privacidad y la seriedad del proceso. Entre ellas:
- No pueden comunicarse con el mundo exterior,
- No pueden salir del recinto,
- No pueden comer lo que quieran.
Reglas estrictas: sin celulares, sin prensa y sin visitas

Los cardenales que participan del cónclave deben dejar sus celulares y cualquier dispositivo electrónico fuera. También tienen prohibido recibir visitas o acceder a medios de comunicación.
Según establece la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, el papa anterior dejó escritas las condiciones del proceso, y una de las más importantes es que ningún elector puede recibir información del exterior ni compartir detalles de lo que sucede dentro del recinto durante o después.
El aislamiento es tal que los cardenales se alojan en la Casa Santa Marta, dentro del Vaticano, donde también se les prohíbe hablar entre ellos sobre el voto fuera de los momentos permitidos. Incluso hay un juramento de secreto que deben respetar de por vida.
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La vida dentro del cónclave no es como la de todos los días. Los cardenales tienen horarios estrictos para rezar, debatir y votar. También deben adaptarse a un régimen alimentario controlado, en el que se evitan ciertos ingredientes que puedan alterar el ánimo o generar malestar físico.
Así, están prohibidos alimentos como los espárragos, las empanadas fritas o las cebollas crudas. ¿El motivo? Pueden provocar problemas digestivos, mal aliento o dificultades para concentrarse. En cambio, se priorizan comidas suaves, equilibradas y fáciles de digerir.
Además, el catering es el mismo para todos y se sirve a horarios fijos. No hay pedidos personalizados ni lujos especiales, con el objetivo de mantener la igualdad y la sobriedad durante todo el proceso. Y, por último, no pueden servirse comidas rellenas, para evitar que dentro de ellas se coloquen mensajes ocultos que influyan en la reflexión y votación.

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