La morgue de París fue una de las atracciones turísticas más importantes de del siglo XIX. El lugar llegó a recibir más visitantes que Notre-Dame, uno de los sitios más famosos de la ciudad. La primera de la ciudad se encontraba dentro de La Grand Châtelet, una fortaleza construida a pedido de Luis VI y destruída por órdenes de Napoleón en 1808. A su sótano iban a parar los cuerpos de las personas fallecidas, para que sus familiares pudieran identificarlos, a través de una rejilla.
En ese momento, se levantó otro edificio que cumplía el mismo fin. La gente lo llamaba "La morgue", que en español significa "mirar solemnemente".
La historia de la primera morgue de París
El nuevo edificio se encontraba al lado de Notre-Dame. Resulta que no solo los familiares de los difuntos podían acceder al lugar, que contaba con una habitación iluminada con luz natural y una ventana vidriada a través de la cual se podían ver los cadáveres exhibidos. La morgue era un lugar muy popular, sobre todo en los días posteriores a un crimen.
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Para evitar que los cuerpos entraran rápidamente en descomposición, se los rociaba con agua fría. Los visitantes lo tomaban como un espectáculo y no todos podían observarlo.
Con la llegada de la Revolución Industrial, aumentó el número de personas que vivían en París y también la cantidad de muertos. Por eso se habilitaron otros espacios para albergar los cuerpos y que pudieran ser reclamados por sus seres queridos.
En los diarios se informaba sobre los crímenes y quiénes habían fallecido. Los parisinos leían esa sección y asistían a la morgue para poder ver los cuerpos. Se registraron visitas de hasta 40.000 personas.
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La morgue dejó de estar abierta al público en 1907 y adoptó un carácter similar al que tiene hoy en día.