El objetivo de los taxis es el mismo en todo el mundo: llevar a destino al pasajero de la manera más rápida posible. Lo que no es igual en todas partes es el color típico del vehículo.
Esto es porque cada zona geográfica les designa una apariencia específica para distinguirlos más fácilmente entre el tráfico. Tenemos a Londres con sus típicos Austin FX4 negros y a Nueva York con sus vehículos angulares amarillos. Los taxis de la Ciudad de Buenos Aires y Rosario, por su parte, combinan ambos colores sobre su superficie.
Los colores de los taxis porteños
Si es amarillo y negro, es taxi. Así reconocen este medio de transporte los locales de varias ciudades, entre ellas C.A.B.A., desde que tienen memoria. Pero no siempre fue así.
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Fue a causa de una ordenanza del 29 de julio de 1966 que dichos vehículos comenzaron a implementar sus colores característicos en la coraza. Esta nueva regla establecía que todos tenían que pintarse de color amarillo en la parte superior y los parantes, mientras que el resto -la carrocería baja- debía lucir un uniforme color negro.
La Ciudad de Buenos Aires no es la única que todavía mantiene este look. Los taxis de Rosario, en la provincia de Santa Fe, así como los de Santiago de Chile y Barcelona, también comparten al día de hoy este peculiar atributo.
Barcelona: mención a un particular caso aparte
Un siglo atrás, el funcionamiento de los taxis en Barcelona era algo caótico. No había un valor establecido para el servicio, sino una categorización de precios según el color del vehículo en cuestión. Así se determinaba cuánto debía pagar el cliente por cada kilómetro recorrido:
- Coches con una franja blanca - 40 céntimos.
- Coches rojos - 50 céntimos.
- Coches amarillos - 60 céntimos.
- Coches con franjas azules - 80 céntimos.
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No fue sino hasta 1929 que la competencia causada por la diferencia de precios se descontroló. Para calmar la situación, el ayuntamiento unificó los códigos de colores y su precio asociado. A partir de ahí el precio y la apariencia del taxi fueron uno: 60 céntimos para los taxis con franjas amarillas.
Ya a partir de 1934, todos los vehículos que ofrecían el servicio lucían una carrocería bicolor de negro y amarillo, una transformación que habría de mantenerse hasta la actualidad.