Se trata de un monolito que se encuentra en la ciudad de Heliópolis, Egipto y data desde la época del faraón Sesostris I.
Un obelisco es un gran monumento de piedra con forma de pilar, que cuenta con cuatro caras anchas que se vuelven más angostas a medida que alcanza el vértice principal.
Son creaciones que originalmente las hacían los egipcios en las puertas de los templos para rendirle culto al benben, que según la mitología solar fue la primera tierra que existió y desde la cual Ra, Dios Sol, creó el universo.
Asimismo, los obeliscos servían para reflejar la luz del sol, y los adornaban con jeroglíficos en cada una de sus caras para expresar mensajes religiosos y conmemoraciones a gobernantes.
Actualmente existen solo 21 obeliscos egipcios que se mantienen en pie. El más antiguo se encuentra en El Cairo, capital de Egipto. Allí actualmente hay 5, mientras que el resto se encuentran desperdigados por distintos países como Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Israel, Italia y Turquía.
Las primeras construcciones fueron encargadas por la IV dinastía egipcia, entre los años 2575 y 2465 A.C. Sin embargo, en la actualidad ya no queda ninguno de esos ejemplares en pie.
El monolito más añejo conservado de manera íntegra data del reinado del faraón Sesostris I (1918-1875 A.C.) y mide 20 metros de alto. Se encuentra al nordeste de la capital, en la ciudad de Heliópolis, la cual quedó en ruinas luego de las invasiones persa del 525 A.C y del 343 A.C.
Tiempo más tarde, tras la fundación de Alejandría, la ciudad comenzó a despoblarse paulatinamente y para el siglo I A.C estaba casi deshabitada. Al siglo siguiente, gran parte de los monumentos fueron enviados a Alejandría y Roma donde muchos se conservan hasta el día de hoy.
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