Hoy, 26 de agosto, se conmemora el Día Nacional de la Solidaridad en recuerdo del nacimiento de la madre Teresa de Calcuta en 1910, una de las máximas líderes en la lucha por la paz mundial y referente de la solidaridad.  

En Argentina, este día se celebra desde el año 1998, cuando se lo estableció por decreto en homenaje a la incansable labor llevada a cabo por este símbolo de la solidaridad. También existe el Día Internacional de la Solidaridad Humana, que se celebra cada 20 de diciembre y es promovido por las Naciones Unidas. 

La ganadora del premio Nobel de la Paz en 1979 dedicó su vida entera a la ayuda de quienes más lo necesitaban. Su congregación llamada “Misioneras de la Caridad” llevó a cabo un trabajo extenso que incluyó el cuidado de las personas carenciadas, enfermas y sin hogar. 

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Podemos pensar en muchos otros y otras que hoy son un símbolo de la solidaridad. Y también es factible pensar en qué podemos hacer cada uno de nosotros para que este mundo sea un poco más justo. A veces se piensa que el hecho de donar algo que ya no se usa es lo único que se puede hacer para ayudar a otros. Sin embargo, es tanto más importante poder tomarse un tiempo para escuchar, contener y brindar un gesto de apoyo o de afecto. La empatía y la escucha también son formas en que podemos ser solidarios.  

La solidaridad, como valor humano de ayudar a otros sin esperar nada a cambio, es fundamental para construir un mundo mejor, más horizontal, más empático, más amoroso. Ser solidario implica ser desinteresado y estar dispuesto a trabajar en pos de una causa, sin discriminación por raza, religión, género, creencias, etc. El valor de la solidaridad es también un compromiso por la igualdad, trabajo que muchas veces requiere esfuerzos que pueden dar lugar a increíbles resultados. Pequeños gestos a veces provocan grandes cambios.