El 4 de diciembre de 1910 se inauguraba la Basílica Nacional de Nuestra Señora de Luján en la provincia de Buenos Aires. Es una de las construcciones más importantes del estilo neogótico en Argentina, al igual que las catedrales de La Plata y San Isidro.

La historia de esa icónica basílica se remonta a 1890 cuando comenzó su construcción luego de que se aprobara la solicitud del padre Jorge María Salvaire, quien había elevado el pedido al Arzobispo de Buenos Aires. Originaria de Tandil, la piedra fundamental se colocó donde hoy se encuentra el altar principal.

Esta inmensa obra estuvo a cargo del arquitecto francés Uldéric Courtois junto con los ingenieros Alfonso Flamand y Rómulo Ayerza, y más tarde los arquitectos Ernesto Moreau, Francisque Fleury Tronquoy, Sombrum, Trouve y Laspe.

En 1896 se instalaron los vitrales traídos de Burdeos, y más adelante llegaron 14 estatuas de mármol de Carrara. También se instaló el gran órgano Cavaillé-Coll de París, donado por monseñor León Gallardo, y los candelabros para el altar mayor, la cruz dorada con esmalte y 16 estatuas de los apóstoles y evangelistas. En 1905 se instalaron las 13 campanas traídas de Milán.

Recién en 1926 se terminaron de construir las dos torres completas que distinguen a la basílica desde la distancia. La construcción total finalizó recién en 1935.

La Basílica tiene una longitud de 104 metros y su ancho es de 68,5 metros en el crucero y 42 metros en el frente. Tiene dos torres de 106 metros de altura con una gran cruz en cada lado y dos órganos: uno pequeño ubicado en la nave lateral y el órgano principal u órgano mayor ubicado sobre la entrada bajo el rosetón. Los dos son de la firma francesa Mutin - Cavaillé Coll, y el mayor posee la presión de aire más alta de los órganos argentinos.

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