La mulánima es un ser mitológico de Santiago del Estero (Argentina), aunque la leyenda también circula por el este de Uruguay. A continuación, Billiken te cuenta la historia de este mito argentino.
Los mitos y las leyendas nacen del relato espontáneo de alguien a quien le sucedió algo extraordinario alguna vez. O son un eco lejano de las antiguas narraciones de los pueblos originarios, que se van transmitiendo oralmente de generación en generación. Otras veces son adaptaciones de fábulas de otras partes del mundo. Aunque la ciencia desmiente este tipo de historias una y otra vez y se esfuerza por encontrarles una explicación racional, los mitos y las leyendas se siguen transmitiendo a través de los años. En esta oportunidad, Billiken te va a contar el mito de la mulánima y, en otras notas, te va a hablar sobre otros mitos y leyendas.
Según la leyenda, se trata de una mujer sin moral, que cometió incesto con su hermano y su padre y tuvo relaciones sexuales con el cura del pueblo. Como no mostró arrepentimiento, antes de su muerte recibió una maldición de Dios, quien la convirtió en una mula de color gris que arrastra unas cadenas pesadas. Es muy peligrosa ya que puede matar a patadas a quien la encuentre a la noche en el monte.
Se dice que vaga por las noches en los montes y las montañas y recorre los alrededores de los pueblos en días de tormenta. Da unos gritos de dolor que hielan la sangre de quien los escucha, debido a que va arrastrando unas cadenas que le producen un gran dolor cuando camina. Además, el freno de las riendas que lleva en el hocico le lastima la boca. Según la leyenda, su viaje termina en la puerta de la iglesia del pueblo más cercano, desde donde emprende nuevamente su caminata largando fuego por los ojos y la boca. Dicen aquellos que la vieron que no la pasaron nada bien en los meses siguientes, ya que la mulánima sólo trae desgracias. Por eso, la leyenda dice que no hay que pasearse por el monte de noche y con tormenta.
Aunque aparezca de noche y su color sea oscuro, la mulánima es visible. La luz de la luna o los relámpagos de la tormenta resaltan el brillo de su lomo, humedecido de tanto correr. Además, salen chispas de su boca y nariz, y una nube de polvo y vapor la envuelve por completo. La leyenda dice que para salvarla de su condena hay que quitarle el freno del hocico. Algunos dicen que, para evitar que la mulánima mate a la persona con la que se ha cruzado, debe contener el miedo y mostrar valentía. Otras tradiciones, además, indican que debido al poder de su maldición, que se extiende por donde ha transitado, las personas que tengan relaciones inmorales y no se arrepientan de ello, se transformarán durante la noche en una mula como castigo.
La cadena que porta la mulánima vendría a ser la representación del peso de sus pecados. La leyenda tiene como trasfondo moral la intención de reprimir ciertas relaciones sexuales y culpabilizar a la mujer que las ejerza.
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