¿Cómo hizo este hombre pequeño y delgado, apenas vestido con una pieza de algodón, para liderar el movimiento que al final obtuvo la independencia de la India? Y sin disparar ni un solo tiro ni pegarle a nadie.
Gandhi es considerado como el padre de la India moderna: a mediados del siglo pasado la India no era el país que es hoy, una nación soberana donde solo los indios deciden su destino. Nada de eso: era una colonia, un dominio británico gobernado por un delegado de la reina. ¿Te imaginás sentirte extranjero en tu propio país? ¿Ser discriminado por haber nacido indio? Seguramente sufrirías mucho. Y eso es lo que les pasaba a los indios y a uno en particular, al abogado Mahatma Gandhi (1869-1948), quien desde joven hizo todo lo posible para cambiar esa situación.
Lo diferente en Gandhi es el camino que tomó para luchar por la independencia de la India: el de la no violencia. No hacía sino aplicar un concepto (la ahmisa, en sánscrito, la lengua clásica de la India) que sostuvieron siempre las más antiguas tradiciones religiosas y culturales de aquella nación. Gandhi decía que la no violencia es común a todas las religiones, incluyendo al cristianismo y al islamismo. Lo notable es que su acción y su palabra fue seguida por todo un pueblo y, a la postre, terminó consiguiendo el objetivo que se había propuesto.
Los ingleses tenían clubes exclusivos, donde no se les permitía la entrada a los nativos, y vivían en la India apartados de los indios. Gobernaban y disponían de la fuerza. Y además se llevaban la riqueza, causando algunos desastres humanitarios. Por ejemplo, a finales del siglo XIX, entre treinta y cuarenta millones de indios murieron de hambre porque los ingleses reemplazaron con té y algodón los cultivos de subsistencia locales más tradicionales.
Gandhi pasó veinte años de su vida en Sudáfrica, adonde fue a trabajar después de recibirse de abogado en Inglaterra. Sudáfrica era otro dominio británico, donde los nativos negros eran absolutamente discriminados. Y los indios también. En una oportunidad que viajaba en tren en primera clase, fue obligado por la fuerza a pasar a la tercera clase, debido al color de su piel. En ese país comenzó su actividad política, fundando un partido para unir a la comunidad india y denunciar las violaciones de los derechos civiles.
A su regreso a la India fue recibido como un héroe. Y casi enseguida se puso al frente del Partido del Congreso (el principal del país), alentando grandes campañas de desobediencia civil, que iban desde la negativa a pagar impuestos hasta el boicot a las autoridades, pasando por las huelgas de hambre. Fue detenido varias veces y encarcelado, pero nunca dejó de luchar sin recurrir a la violencia. Así se convirtió en el jefe espiritual de la India y en un dirigente religioso de fama internacional. Los campesinos sembraban de ramas verdes el camino por donde pasaba ese hombre pequeño y semidesnudo, con un bastón de bambú, al frente de un enorme ejército de seguidores.
La lucha de Gandhi y su pueblo durante tantos años finalmente tuvo su recompensa el 15 de agosto de 1947, cuando la India obtuvo la independencia. Sin embargo, para dolor del anciano líder, el país quedó dividido entre la parte hinduista (la India propiamente dicha), y Pakistán y Bengala (la mayor parte de Bengala conforman ahora Bangladesh), ambos de religión islamita. Gandhi murió asesinado por un fanático un año después.
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